Es un niño jorobado que fue abandonado al nacer cerca de la catedral de Nuestra Señora de París, supuestamente era hijo de una gitana. Solo puede utilizar un ojo, ya que el otro lo tiene casi bloqueado por la deformidad de su rostro, y quedó casi sordo por el tañir de las campanas de la catedral, de los cuales él se encarga y las cuales significan todo para él antes de conocer a la joven gitana Esmeralda, de quien se enamora por ser ella la primera que le mostró bondad.
Quasimodo es odiado por el pueblo de París a causa de su deformidad, gracias a lo cual posee un caracter taciturno y retraído. Sin embargo, posee una gran valentía, astucia y un corazón noble. Antes de Esmeralda, la única persona importante para él era el archidiácono Frollo, quien lo adoptó cuando fue abandonado en la catedral entre los niños expósitos.
El final de Quasimodo es sumamente dramático: cuando ve, desde lo alto de Notre Dame, que Esmeralda es asesinada y él no podrá llegar a tiempo para salvarla, su alma se entristece y decide morir junto a ella.
Una de las características más importantes sobre él es el cariño que siente por la catedral Notre Dame de París, en donde vive. Victor Hugo describe esta relación como si el campanero y la catedral fueran una sola alma unificada. Es allí en donde Quasimodo tiene su refugio del mundo que lo repudia injustamente.
Es sin duda uno de los personajes más importantes en la literatura francesa. Su historia ha llamado la atención de diversos directores que han adaptado Nuestra Señora de París al cine. Incluso Disney hizo en los noventa su propia versión de la historia, llamada El jorobado de Notre Dame (película de 1996), en donde se resalta el lado sensible y el buen corazón del personaje. Esta película infantil revela la pureza en el alma de Quasimodo, adornando al personaje con tan buenas actitudes como verdaderamente merece. Y, por supuesto, otorgandole el final feliz que no pudo conseguir en la novela auténtica.